La flexiguridad o flexiseguridad es una estrategia integrada para mejorar, al mismo tiempo, la flexibilidad y la seguridad en el mercado laboral.
Intenta reconciliar la necesidad de los empleadores, de una fuerza de trabajo flexible, con la necesidad de seguridad de los trabajadores: la confianza de que no se enfrentarán a largos períodos de desempleo.
A lo largo de los tiempos las personas nos hemos tenido que amoldar a cambios en la sociedad surgidos como consecuencia de sustituir modelos de vida, de cultura o de ciencia que ya no se sostenían por la desaparición de los paradigmas que los sustentaban.
En el mundo económico y empresarial los planes quinquenales sustentados en un mundo necesitado y estable, dieron paso a unos planes más cortoplacistas y fundamentados en las necesidades cambiantes de unos ciudadanos cada vez más saturados en sus necesidades básicas y una economía cada vez más dependiente energéticamente del petróleo y de los poderes que lo controlan.
En la década de los 90 el cambio que originó más controversia fue la aparición del denominado “contrato temporal”. Hasta ese momento la estabilidad económica había sido una constante y como tal el contrato fijo era su consecuencia. La economía se tambaleó y se hizo necesario revisar si había otra manera de encontrar una diferente vinculación laboral.
El contrato temporal nos obligó a interiorizar que la valía personal de cada uno no era tanto la antigüedad que se poseía, los quinquenios que se percibían o la categoría por la que se cotizaba, sino más bien el valor que cada uno podía aportar a la empresa.
Una persona continuaba viva en el mercado en tanto en cuanto se mantuviera profesionalmente actualizada, y con una actitud de ser y darse a conocer como un aporte de valor a la organización a la que decía pertenecer.
Es decir, cada profesional es como una microempresa y como tal, tiene que diferenciarse, ser competitivo, eficiente, mantenerse al día, conocer muy bien el mercado en donde se está moviendo y saber hacerse valer. Esto hizo que muchos profesionales se quedaran en el camino por no saber y/o poder adaptarse a ese cambio, a ese nuevo paradigma.
Lo cierto y verdad es que actualmente también estamos ante un nuevo cambio de paradigma. Este cambio está motivado por unas razones bien claras y justificadas.
1. En primer lugar, la globalización, eso implica que la forma de ser competitivos personalmente o como organización, ya no puede sustentarse en las bases seguidas hasta ahora. Es necesario reinventarse.
2. En segundo lugar, como país los modelos que se nos han mostrado como pilares donde sustentarse, se han mostrado claramente obsoletos. Estos modelos estaban, y todavía lo siguen estando, excesiva y exclusivamente orientados al resultado. La consecuencia es que existe un país dependiente de la Construcción y el Turismo en detrimento de la Industria y la Innovación. Ese crecimiento rápido y ese “dinero fácil” ha creado una generación laboral con baja formación y, en muchos casos, perdida de valores.
3. En tercer lugar, y a nivel social, todo esto ha generado la denominada cultura de la inmediatez (“lo quieres, lo tienes”), carente de la necesaria dosis de trabajo, esfuerzo y dedicación que cada proyecto en la vida debe tener.
Igualmente ha generado una dificultad en asumir la responsabilidad personal en los hechos que nos suceden. Ante cualquier acontecimiento no tenemos ningún rubor en girarnos hacia “papá Estado” pidiéndole, cuando no exigiéndole, que nos saque del atolladero. La célebre frase de John F. Kennedy, es un lema que conviene recuperar por higiene social.
“No os preguntéis qué puede hacer América por vosotros, preguntaos que podéis hacer vosotros por América”
4. En cuarto y último lugar, las personas empezamos, cada vez más, a plantearnos la cuestión: ¿Vivir para trabajar o trabajar para vivir? decantándonos por entender la vida como un compendio de cosas con las que desarrollarse y crecer en donde el trabajo es una de ellas pero no la única.
Freud decía que el ser humano se sustenta en dos piernas, una es el trabajo o la profesión y la otra es la social-familiar. Si cargamos o desarrollamos una en detrimento de la otra, acabaremos andando como un tullido.
Ante todo este panorama anteriormente descrito, aparece como solución la denominada FLEXISEGURIDAD. Este término nació en los 80 en Dinamarca como una necesidad de concebir una nueva relación entre empresarios y trabajadores.
Erróneamente se suele explicar como Flexibilidad para la empresa y seguridad para el trabajador, pero lo cierto y verdad es que es un término que compete a ambas partes.
El empresario necesita un marco político y legal que le proporcione seguridad y flexibilidad para acomodar su estructura industrial a las necesidades y exigencias del mercado. Por otra parte, el trabajador pide flexibilidad porque tiene una familia y otras cosas que hacer además de trabajar y una seguridad basada en acuerdos laborales personalizados, tareas por objetivos como forma de primar la eficiencia frente a la presencia, flexibilidad en la distribución del tiempo laboral, planes de formación y fomento de la carrera profesional.
No estamos hablando de incorporar un capitalismo a la americana en donde “todo vale”, se trata de dar una respuesta al cambio de modelo derivado de la realidad actual sustentada en la globalización, que desarrolle un nuevo modelo de relaciones empresariales en donde la cohesión social y la competitividad vayan cogidas estrechamente de la mano.
La pregunta que a estas alturas muchos lectores se harán será: ¿Este es un modelo exportable al mercado español? La verdad es que tal y como pintan actualmente las cosas, es difícil tener una lectura positiva ante esa cuestión, pero yo, sin embargo, abogaría por hacer una reflexión distinta. Si entendemos que esto es una realidad existente ¿qué queremos y vamos a hacer nosotros para facilitar y afianzar el proceso?.
Como dijo Obama en uno de sus discursos cuando señaló:
“Nosotros mejoraremos la educación, pero lo que no podemos hacer es entrar en sus hogares, apagar la televisión y hacer que sus hijos hagan las tareas escolares, eso es trabajo de sus padres”
Es difícil dar recetas y tampoco es mi estilo, pero sí sería conveniente reflexionar sobre determinados aspectos. La premisa previa es entender y admitir que todos los implicados se necesitan, (empresarios, trabajadores y Estado), de lo contrario el resultado sería el mismo que el producido en una empresa en el que sus departamentos están a la gresca unos con otros. Tarde o temprano esa empresa acabará desapareciendo.
Partiendo de esa premisa, el empresario necesita:
El ejemplo del tráfico es muy significativo de esta esencia, nos preocupamos por castigar en el corto plazo, pero ¿cuánto nos ocupamos en enseñar a conducir en vez de enseñar a aprobar el carnet de conducir?