El relevo generacional es un proceso natural al que se ven precipitadas todas las empresas familiares.

Cuentan que un buen día el fundador de una reconocida empresa norteamericana fabricante de fotocopiadoras, se reunió con su hijo para comunicarle que le dejaba todo su imperio industrial:

– Hijo mío, cuentan que le dijo, he decidido retirarme y quiero que sepas que tu madre y yo hemos pensado irnos a vivir lo que nos quede de vida a Florida. Considero que ya he trabajado bastante en esta vida y confío en ti para que tomes el relevo en esta tu empresa a partir de este momento.

– Gracias papá, le dijo, en lo más profundo de mi corazón agradezco de manera infinita este gesto de confianza que tienes hacia mí, lo que sin duda, representa un halago y un gran honor hacia mi persona. Lamentablemente considero que también ha llegado la hora de mi retiro, por lo que sintiéndolo mucho, no puedo aceptar tu ofrecimiento.

¡¡¡El padre tenía 91 años y el hijo 65!!!

Cuatro situaciones para un mismo escenario: el relevo generacional en la empresa familiar

Esto, siendo una anécdota graciosa real, es uno de los síntomas más frecuentes que acechan a la Empresa Familiar: EL RELEVO GENERACIONAL.

Desde un punto de vista estratégico, cabría preguntarse porque esto sigue sucediendo en pleno siglo XXI.

Bajo nuestra experiencia en el campo de la empresa familiar, este hecho se produce por varias razones que no siempre coinciden a la vez en el citado escenario:

La empresa soy yo

– La primera de ellas sucede cuando el Fundador puede llegar a considerar la empresa como una prolongación de su YO: “es que yo soy la empresa” me llegó a decir un reconocido empresario alicantino. Evidentemente, si él no está en la empresa, el ya no existe, de ahí que permanezca en la empresa porque es algo que le da sentido a su ser y difícilmente puede encontrarlo fuera de ella.

La retirada del fundador que nunca se retira

– La segunda de ellas es que la supuesta retirada, normalmente coincide con una edad avanzada en el mencionado empresario, y si además “solo sabe trabajar”, (no tiene afición alguna adicional), la perspectiva del abandono de las riendas del negocio, le sitúa en un entorno que lo vive como un “sentirse inútil” o incluso sentirse más cerca de la muerte que de otra cosa, por lo que de manera más o menos inconsciente, se aferra a la empresa como se aferra a la vida.

El centro del universo

– La tercera de ellas tiene que ver con el tándem Educación – Confianza. El padre, en los inicios de la vida de sus descendientes, suele ser considerado como una figura fundamental en la familia por la seguridad que aporta y porque siempre tiene respuesta a cada pregunta que sus hijos le hacen y templanza para cada ocasión. El padre suele vivir esa época con orgullo, satisfacción y con el ego henchido.

Sin embargo, conforme avanzan los años, los hijos van adquiriendo madurez y experiencia y van teniendo sus propias ideas, sus propias respuestas, así como criterios ante las diferentes situaciones que viven y además, necesitan construir su propia identidad reivindicando su punto de vista ante las cosas y las situaciones que la vida les brinda.

En estas situaciones, algunos padres se sienten cuestionados llevando esas reivindicaciones al terreno personal, y viven esa transición no siempre de una forma constructiva, viendo al descendiente más como una amenaza que no como consecuencia del normal desarrollo personal del hij@. Si eso se prolonga en el tiempo, el relevo será bastante improbable que suceda.

Clonación de los hijos

– La cuarta situación tiene que ver con que los padres a veces, educamos a nuestros hijos para que sean un clon nuestro, para que sean una continuación de nuestro yo, no incluyendo en la ecuación, la opinión que el hij@ tenga, por lo que las decisiones o las acciones que el hij@ emprende y que entran en confrontación con esa idea preconcebida que el padre tiene con respecto a él o ella, serán percibidas con total y absoluta desconfianza, cuando no, desprecio: “Esto se tiene que hacer así, te lo digo yo que tengo más experiencia que tu” se suele decir.

Cuentan que un buen día un hijo, sostenía una interesante conversación con su padre:

– Papa, ¿entonces tú dices que los mayores tienen más experiencia y por eso saben hacer mejor las cosas?

– Si hijo, sabemos más.

– ¿y por qué papá?

– Hijo, hemos vivido más tiempo, hemos pasado mas situaciones y mas experiencias que nos han dado una mayor sabiduría, en definitiva, hemos recibido muchas lecciones en la vida, lo que nos hace tener mayor bagaje.

– Puede que tengas razón papá. Solo una pregunta más: ¿Quién inventó la bombilla?

– Thomas A. Edison, hijo.

– Papa, y ¿por qué no la invento su papá? ………………

En una empresa si 2 piensan lo mismo, uno de los 2 sobra

Aceptar que somos diferentes, ni mejores, ni peores y respetar esa diferencia, es lo que marca el sello de la CONFIANZA bajo el que se construye el relevo generacional.

Personalmente, esta etapa en la EMPRESA FAMILIAR las abordo con una metodología muy personal: la que me enseñó mi padre con su ejemplo cuando ambos vivimos el relevo generacional en nuestra empresa.

A lo largo de mi vida tuve infinidad de desencuentros, tanto personales como profesionales, como todo hijo suele tener con su padre, sin embargo, había en él 2 cosas que siempre estaban por encima de todo: su capacidad de escucha y el respeto hacia la otra persona.

En lo referido a su capacidad de escucha, a pesar del “fragor de la batalla”, siempre tenía la capacidad de escuchar lo que le decía y atender a las razones que en ese momento exponía.

Por otra parte, su respeto hacia que cualquier opinión diferente que tenía, era atendida y considerada por él y razonada desde su punto de vista, pero nunca había ningún atisbo de desprecio, minusvaloración o rechazo ante lo que le estaba diciendo en ese momento. “En una empresa si 2 piensan lo mismo, uno de los 2 sobra”, era su lema.

Eso permitió que las etapas en el relevo generacional se pudieran construir de forma completa y eso es lo que pude aprender de mi padre a través de su ejemplo.