¿Se producen frecuentes tensiones entre generaciones en tu empresa?

¿Temes que lo que has creado no perdure en el tiempo con la incorporación de la nueva generación?

¿Sientes que tu progenitor está demasiado pendiente de ti y fiscaliza cada uno de tus movimientos?

¿Tienes dudas de cómo se debe abordar el relevo generacional con éxito en tu empresa?

Estar a la altura del reto que supone el RELEVO GENERACIONAL  en una Empresa Familiar es uno de los cometidos más exigente que existe, tanto para quien cede el testigo (padre), como para quien lo recibe, ya sea el hijo o la hija.

Ese momento clave marca el cómo puede ser el futuro de la empresa y como el sucesor/a va a transitar por el camino elegido.

Recuerdo un caso vivido con un buen cliente en donde el relevo fue digno de ser considerado por las mejores Escuelas de Negocio, como un ejemplo a seguir.

El padre tutelaba desde la confianza, la cercanía, el respeto y el cariño dicho proceso. El entendía que su hijo no era como él y aceptaba de buen grado esa diferencia, “Ni mejor, ni peor, simplemente diferente” decía con gracia. Entendía que esa diferencia hacía que su hijo acometiera los desafíos necesariamente de forma distinta a como él los hubiera encarado, sin embargo, esa diferencia la aceptaba y asumía sin reproches. Su papel era el de tutelar el proceso de transición generacional.

Como ejemplo de su proceder, puedo contar que todas las mañanas tenía la costumbre de pasearse por toda la fábrica. En esos paseos solía suceder que algunas personas se acercaban y le contaban cosas, no siempre de forma bien intencionada, o simplemente, y debido a su dilatada experiencia, se daba cuenta de cosas que le llamaban la atención. Tomaba buena nota de todo ello sin hacer comentario alguno a nadie, y ya en el despacho de su hijo, procedía a contárselas. Sin embargo, siempre lo hacía desde la observación y la objetividad, nunca emitiendo comentario ni consejo, ni mucho menos indicándole directrices de actuación.

La diferencia con otras actuaciones y comportamientos que hemos observado en otros casos es que, él a su hijo lo veía capaz y no como al niño que en su día fue y al que tenía que guiar.

Aceptaba y valoraba la adultez, la madurez y la capacitación de su hijo porque él así el se lo había demostrado a lo largo de los años.

Sin embargo, no siempre son todos los procesos así de ejemplares, y a veces, no por la responsabilidad de los padres.

Viví un proceso de relevo generacional especialmente difícil porque el hijo se había puesto tal presión así mismo intentando estar a la altura de lo que se esperaba de él, e intentando ser mejor que su padre, que se había olvidado de ser el mismo para convertirse en una caricatura de su padre.

Nuestro trabajo se centró en hacerle ser él mismo desde su capacidad y plenitud, para con ello, honrar el legado de su padre.

Hay que saber mirar al pasado para que nos sirva de trampolín al futuro.

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